Contigo pude siempre contar, héroe de mi infancia, pues
permaneciste a mi lado en los momentos más difíciles, me arropaste en las
noches más frías, me hiciste sonreír cuando en realidad me encontraba
entristecida y fuiste capaz de convertirte en alguien al que nunca pude negarle
un beso, un abrazo. Porque sobre todas las cosas te adoraba y quería seguir tus
pasos, y me dedicaste una canción cada mañana y una sonrisa todos los días. Te
preocupaste por hacerme feliz e hiciste lo imposible para que no te viese
triste. Me enseñaste que lo más importante en esta vida, es tener un gran
corazón; me enseñaste a no dejarme llevar por las demás personas, pero a sí
respetarlas, y a aplicarle cierto humor a la vida. Porque, simplemente, te convertiste en un amigo más y deposité
toda mi confianza en ti. Te hice mil y una promesa, de las cuales, muchas
fueron quedándose en el camino a medida que pasaron los años. Y fui creciendo,
y madurando, y ya no era aquella niña inocente que soñaba con ser una princesa,
que jugaba con muñequitas de trapo, y poco a poco, aparecieron distancias. Y
simplemente, ocurrió… Ahora, miro atrás y echo de menos todos esos buenos
momentos que pasé junto a ti, que sólo ambos conocemos, y me doy cuenta de que realmente
fuiste alguien importante en mi vida. Me
doy cuenta, de que la vida no se detiene en ningún momento y que sólo me quedan
de ti bonitos recuerdos, pero al fin y al cabo, es de lo que realmente se vive,
de recuerdos, de sueños, de esperanzas…
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